Alimentación

ALIMENTANDO NUESTRA SALUD


Debemos ver al ser humano como un todo, con una mente y un  cuerpo interconectados preparados para adaptarse al medio según sus circunstancias, siempre intentando restablecer su equilibrio. Todos no tenemos la misma capacidad de adaptación. Tenemos una carga genética y biológica única que nos determina. La salud es el resultado de la interacción  entre nuestra capacidad de adaptación heredada y nuestras circunstancias, es decir, nuestros genes y nuestro medio ambiente. El problema es que hoy en día este medio ambiente es demasiado hostil: contaminación, mala alimentación, estrés…etc y nuestra capacidad de adaptación en ocasiones no es suficiente y aparece la enfermedad. Según la OMS,”La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Creemos que “estamos bien” porque no tenemos aparentemente enfermedades o porque aunque tengamos síntomas, no le damos la importancia o valor suficientes. Pero esto no es así. Nuestras células y sistemas intentarán compensar disfunciones, carencias nutricionales y desordenes biológicos y funcionales con  el fin de restablecer el nuevo equilibrio, la “normalidad”,  aunque “algo” no esté funcionando lo correctamente que debiera. Luego “la salud”, se convierte en un estado ideal difícil de alcanzar, que requiere una búsqueda proactiva y constante.


La medicina moderna fragmenta demasiado al individuo, perdiendo la perspectiva y la visión general del paciente. Es necesario un enfoque global, abordando en su conjunto, su modo de vida, entorno nutricional y experiencias emocionales conscientes o no, para poder  entender su modo de enfermar y poder ayudarlo a sanar. Hoy en día, los grandes avances terapéuticos de la medicina  moderna están fundamentalmente enfocados a la curación del fin último de estos desequilibrios, la enfermedad y a veces incluso sólo a aliviar los síntomas, sin prestar atención al origen del desequilibrio. La mayoría de las veces el origen de  esa enfermedad es la agresión y disfunción mantenida en el tiempo de nuestras células que constituyen nuestros órganos y tejidos, condicionada por carencias nutricionales que inducen el mal funcionamiento celular y consiguiente deterioro funcional y físico de órganos y tejidos. Pero la célula tiene la capacidad de autorreparación y regeneración, ahí reside la base del proceso de curación. Si esta célula agredida por múltiples noxas: genética, infecciosa, intoxicación, carencias nutricionales, acumulo de radicales libres.., no dispone de los nutrientes necesarios, es incapaz de poner en marcha estos mecanismos reparadores y sobreponerse a la enfermedad, perpetuándose este estado en el tiempo.
Si queremos tener un buen rendimiento biológico de nuestras funciones metabólicas, necesitamos aportarle a nuestras células la materia prima; macronutrientes: glúcidos, proteínas y lípidos; y micronutrientes. Los micronutrientes son sustancias químicas orgánicas (vitaminas) o inorgánicas (minerales), indispensables, aunque en pequeñas cantidades, para que se desarrolle correctamente la actividad bioquímica y metabólica celular y para que esta materia prima pueda ser utilizada. Aunque algunos micronutrientes pueden sintetizarse en  el organismo la gran mayoría  de ellos tienen que ser aportados a partir de alimentos en cantidades suficientes y de un modo que sean asimilables por nuestro organismo. Un exceso de ellos también puede afectar de forma negativa a nuestra salud. Estos micronutrientes son:
  • Elementos traza esenciales u oligoelementos: zinc, selenio, manganeso, cromo, cobre, cobalto, moligdeno, silicio, niquel…
  • Minerales: sodio, potasio, calcio, magnesio, fósforo, cloro, azufre….
  • Vitaminas liposolubles (A,D,E,K) e hidrosolubles (complejo B y vit.C).
  •  Aminoácidos esenciales: triptófano, valina, leucina, isoleucina, metionina, fenilalanina, treonina, lisina. 
  • Ácidos grasos poliinsaturados esenciales: omegas 3 y 6.

No es nada infrecuente que hoy en día, en el mundo occidental, a pesar de tanta  abundancia, la población sufra estados subcarenciales de estos micronutrientes. Las causas de  estos estados carenciales pueden ser:
  • Insuficiencias de aporte o de asimilación.
  • Fenómenos de inactivación.
  • Aumento de las necesidades.
  •  Incremento de pérdidas.


     1       Insuficiencias de aporte y asimilación.
1.1    La ración calórica ha disminuido, ya que nuestras necesidades son menores (calefacción, sedentarismo, menos trabajo físico…).
1.2  La densidad nutricional de los alimentos se ha reducido. El consumo de frutas y legumbres ha descendido; el refinado de harinas y azúcar hace que se pierdan  gran  cantidad de vitaminas y minerales existentes en los tegumentos. El modo de conservación de los alimentos altera sus propiedades. El hecho de  que los lugares de producción y de consumo estén  lejanos obliga  a que los alimentos se  expongan  a condiciones ambientales (luz y temperatura) mucho tiempo. Cosecha antes de maduración. Agotamiento y empobrecimiento de los suelos.
1.3     Modos de elaboración. La cocción a temperaturas superiores a 100 disminuye la cantidad de vitaminas y destruye proteínas enzimáticas; freír los alimentos produce sustancias más o menos tóxicas no metabolizables por nuestras enzimas, capaces de captar oligoelementos.
1.4   Alteración de la flora intestinal. La disbiosis conlleva la inflamación crónica del epitelio intestinal, contribuyendo a una mala absorción de micronutrientes, además de favorecer el desarrollo de intolerancias y alergias alimentarias. También la  flora es  responsable de la síntesis de ciertas vitaminas como la B y la K, que puede verse disminuida si  se encuentra alterada. El consumo de micronutrientes por parte del  sobrecrecimiento de bacterias y levaduras patógenas de la microbiota intestinal es mayor.

2               Inactivación de micronutrientes. 
Los micronutrientes pueden ser inactivados  por su fijación a una segunda molécula, disminuyendo su actividad enzimática o incluso impidiendo su absorción intestinal. Estas sustancias contribuyen a la intoxicación celular. Algunas de estas sustancias son: metales pesados, alcohol, tabaco, medicamentos, conservantes alimentarios, fitatos y oxalatos presentes en vegetales, contaminantes atmosféricos como alógenos, compuestos sulfurados, contaminantes de aguas como nitratos, fosfatos, detergentes; pesticidas, herbicidas, insecticidas, bactericidas, ciertos abonos, antibióticos, hormonas….

3               Fenómenos de competencia de absorción entre los diferentes micronutrientes.
La presencia conjunta de diferentes minerales hace que compitan entre ellos por su  absorción digestiva. Por eso es necesario que se tomen en  las cantidades y proporciones adecuadas. ej: 5-6 veces más zinc que cobre; 2-3 veces más calcio que magnesio;  3-4 veces más  zinc que magnesio.

4               Aumento de las necesidades.
Existen grupos poblacionales que tienen mayores necesidades nutricionales. Son los niños en periodo de crecimiento, mujeres embarazadas o en  periodo de lactancia, enfermos, convalescientes, etc. También ciertas situaciones con mayor demanda del organismo como el estrés o práctica deportiva intensa.

5               Incremento de pérdidas.
Nuestro estilo de vida, estrés, agotamiento, sedentarismo, alimentos pobres en nutrientes, ricos en sal y proteína animal, productos azucarados  y refinados, comida industrial, abuso de alcohol y café, contribuye a que nuestro medio interno se acidifique. Para mantener unos rangos de pH óptimo, el organismo se ve obligado a utilizar sus propios minerales, calcio, magnesio, potasio…para neutralizar esta acidez; tomándolos de huesos, músculos, uñas, cabello, dientes, favoreciendo la desmineralización y desvitalización de estos tejidos.
Esta carencia de nutrientes en las células se traduce en una debilidad funcional celular. Para compensarla entra en un estado de sobreactividad (estrés celular), que terminará en un agotamiento celular y su incapacidad para mantener un buen funcionamiento de órganos y tejidos.

¿Podemos medir esas carencias?

Hoy en día existen pruebas analíticas que determinan el nivel de oligoelementos  en sangre circulante pero no existe prueba alguna que analice el nivel y aprovechamiento de esos oligoelementos intracelularmente. Podemos sospechar el defecto de estas sustancias a partir de las manifestaciones químicas de esas carencias, a través de trastornos funcionales en el paciente.

GRASAS Y ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES



Constituyen una fuente de energía. Componente fundamental de la membrana celular, hormonas y sistema nervioso. Imprescindible para vehiculizar vitaminas liposolubles y nutrientes esenciales. Tipos:
·        Saturadas: las encontramos en productos de origen animal como carnes, charcutería y productos lácteos (nata, mantequilla, leche, yogurt) o vegetal: aceite de palma, margarinas. Se recomienda no abusar de ellas pues se relacionan con aumento de tasas de colesterol y riesgo cardiovascular.
·        Monoinsaturadas: es el ácido oleico conocido como omega 9. Está en aceite de oliva y colza, cacahuetes, huevos, aves de corral, pescado y frutos oleaginosos. Se recomienda su ingesta pues regula las tasas de colesterol en sangre.
·        Poliinsaturadas: constituyen los ácidos grasos esenciales.
o   Omega 6 o ácido linoleico: lo encontramos en semillas y aceites vegetales de girasol, maíz, pepita de uva….Es el precursor de otros ácidos grasos: ac. Gamma linoleico (GLA) y ac. Dihomogamma linoleico (DGLA) que también los podemos encontrar en  aceites de borraja y onagra; y ac. araquidónico (AA) que lo encontraremos en la grasa animal. Tienen importantes y múltiples funciones entre las que destacan: acción antiinflamatoria, inmunomodulador (estimula el sistema inmunitario), regula la respuesta nerviosa, acción sobre el comportamiento, regulación hormonal, elasticidad de tejido cutáneo, regulación secreción salival y lacrimal, acción sobre sistema cardiovascular.
o   Omega 3 o ácido alfa-linolénico: lo encontramos en aceite de colza y soja, semillas de lino y nueces. Precursor del ac. docosahexaenoico (DHA) y ac. eicosapentaenoico (EPA); estos los  encontramos en algas, pescados grasos como atún, sardinas, caballa, salmón….Tienen función protectora del sistema cardiovascular, disminuye niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, antiagregante plaquetario, mejora microcirculación, desarrollo cerebral y retiniano, modulador de reacciones inflamatorias y alergias…
·        Grasas poliinsaturadas endurecidas o hidrogenadas. Son los conocidísimos ácidos grasos “trans”. Están presentes de forma natural en productos de origen animal  como  la carne y productos lácteos, pero la fuente principal es el consumo de alimentos industrialmente procesados (margarinas, patés, bollería…). El refinado, calentamiento (fritura) o la hidrogenación industrial de los aceites vegetales suponen los tres principales mecanismos de generación de estas grasas. Son perjudiciales para nuestra salud y debemos evitar su consumo.

PROTEINAS


Son los componentes básicos del organismo. Vitales para el crecimiento y la reparación de los tejidos. Se usan para sintetizar hormonas, enzimas, anticuerpos, neurotransmisores y transportar sustancias en  el torrente sanguíneo. Están conformadas por diferentes combinaciones de veinticinco tipos de aminoácidos. Ocho de ellos llamados esenciales (triptófano, valina, leucina, isoleucina, metionina, fenilalanina, treonina, lisina) y otros dos semielementales (taurina y histidina). Son fundamentales para el funcionamiento del organismo y vamos a tomarlos necesariamente a través de los alimentos. A partir de todos ellos se generarán los demás. El equilibrio de estos ocho aminoácidos en las proteínas de los alimentos va a determinar su calidad nutricional y su utilidad.


Los alimentos proteicos de mejor calidad en cuanto al equilibrio de aminoácidos son: los huevos, quinoa, soja, carne, pescado, judías y lentejas. Las carnes tienen el inconveniente que contienen más grasas saturadas y contribuyen a la acidificación del medio en contraposición con los vegetales, que poseen hidratos de carbono complejos más beneficiosos. Se recomienda limitar la carne a tres comidas en la semana. Se puede incrementar la calidad eficaz de las proteínas que comemos mediante la combinación de alimentos de diferentes grupos; de modo  que los niveles bajos de ciertos aminoácidos de un grupo de alimentos, son compensados con niveles más altos en otros. ej: lentejas con arroz, verduras con mijo.

HIDRATOS DE CARBONO


Son el principal combustible para el cuerpo. Pueden ser de “liberación rápida” (azúcar, miel procesada, dulces, malta, harinas refinadas, edulcorantes….) o de “liberación lenta” (granos enteros, verduras, frutas, harinas integrales, legumbres). Estos últimos contiene hidratos de carbono más complejos y más fibra, que ayuda a retardar la liberación de azúcar, proporcionándonos niveles de energía más sostenida; a diferencia de los otros, que nos darán niveles altos súbitos de glucosa en sangre, con la consecuente activación de mecanismos reguladores, favoreciendo estados de hipoglucemia posterior. Estos bajones energéticos tras la ingesta de alimentos ricos en azúcares, inducen el “picoteo” continuo para mantener los niveles de glucosa en sangre. 
El ser humano tiene de forma natural e innata apetencia por los alimentos dulces. El problema es que ya desde edades muy precoces la tolerancia a los sabores dulces se incrementa de forma inconsciente: cereales hiperdulces, potitos con azúcar añadida, alimentos dulces como recompensas o entretenimiento, convirtiéndolos en consoladores emocionales. De este modo la ingesta de alimentos azucarados se convierte en una verdadera adicción. Las consecuencias del desequilibrio de la glucemia secundario a la ingesta abusiva de azúcares, van a ser múltiples. Desde el exceso de consumo celular de vitamina B y oligoelementos y un estrés celular, hasta enfermedades como obesidad, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, patología renal y hepática, diabetes tipo 2, resistencia a la insulina, patología dentaria.

FIBRA


Son los hidratos de carbono que no son digeribles. Es un integrante natural de muchos alimentos como fruta, vegetales, legumbres, cereales integrales y semillas. Se  recomienda su ingesta diaria. Mejora el tránsito intestinal, constituye un sustrato para la flora intestinal y retarda la absorción de azúcares contribuyendo a mantener buenos niveles de energía, entre muchos otros beneficios.


MINERALES, OLIOELEMENTOS Y VITAMINAS


Son sustancias fundamentales para el metabolismo celular y desarrollo de funciones vitales. Todos los alimentos  aportan  en mayor o menor medida estos nutrientes. El calcio y magnesio los encontraremos en vegetales como col rizada, col, tubérculos, frutos secos y semillas. En productos lácteos, calcio. Sodio y potasio en vegetales y frutas. Las semillas, legumbres, frutos secos, guisantes, habas, cereales integrales, quinoa y brócoli son fuente de hierro, zinc, manganeso y cromo. El selenio abunda en nueces, champiñones, marisco, algas marinas y semillas.


Las vitaminas A, C y E son antioxidantes, retardan el proceso de envejecimiento de los tejidos secundario al efecto de los radicales libres. La vitamina A, fundamental en la reproducción y reparación de piel y mucosas. La encontramos como retinol en carnes, huevos y producto lácteo y como betacarotenos en  verduras y frutas rojas y amarillas, semillas y frutos secos. Ácido ascórbico o vitamina C, estimula el sistema inmunitario, permite la absorción intestinal de otros nutrientes (hierro) y participa en la formación de colágeno y hueso. La encontramos en  vegetales y frutas frescas y semillas. Vitamina E o alfa-tocoferol, la encontramos en vegetales de hoja verde, brócoli, semillas, frutas y frutos secos y cereales integrales. Vitaminas del complejo B son fundamentales para la metabolización eficaz de los nutrientes procedentes de los alimentos. Los encontramos en carnes, pescado, huevos, productos lácteos, vegetales de hoja verde, legumbres, semillas y cereales integrales. La vitamina K es esencial para el funcionamiento de proteínas que intervienen en la coagulación sanguínea y se sintetiza a partir de bacterias de la microbiota intestinal. La vitamina D se sintetiza en la piel  a partir del contacto con los rayos solares UVB. También la obtenemos de leche, huevos, carnes y pescado azul. Es fundamental para la absorción del calcio a nivel intestinal y la formación de tejido óseo.
 Los minerales presentes en alimentos  no se van a ver alterados  por la cocción a altas temperaturas, a diferencia con la vitaminas, que sí van a perder propiedades.

Como veis todos los alimentos aportan en mayor o menor medida nutrientes fundamentales y necesarios para el correcto funcionamiento celular. Lo importante es tomarlos de una manera equilibrada, llevando una dieta lo más variada posible, evitando  el abuso de unos pocos, que nos hagan empobrecer nuestra ingesta nutricional y favorecer el desarrollo de intolerancias y alergias. Deberemos escoger la mejor forma de prepararlos. Siempre que podamos los tomaremos crudos para aprovechar todas sus propiedades y en cualquier caso siempre al vapor, asados o cocidos mejor que fritos.
Conocer y comprender una nutrición sana y óptima, se hace necesario hoy en día para entender estados de enfermedad y tener una posible arma para la curación de muchos  de los procesos patológicos de nuestro tiempo.