La microbiota
¿Sabías que el cuerpo humano está constituido por células y
microorganismos? En los últimos estudios se calcula que albergamos tantos
microorganismos como células. Estos microorganismos, en su gran mayoría
bacterias, pero también virus y levaduras habitan en nuestra piel, mucosas,
tracto genitourinario, respiratorio, intestinal, cavidad oral y nasofaringe,
manteniendo muchos de ellos una relación simbiótica
con nosotros. Una relación simbiótica es aquella que se establece entre dos
especies biológicas distintas persiguiendo un beneficio. Cuando las dos especies se pueden beneficiar
mutuamente, son relaciones simbióticas de mutualismo y cuando una es
beneficiada y la otra no es perjudicada, son relaciones simbióticas de
comensalismo. Pues bien, en nuestro organismo se dan estas dos relaciones y el
papel que desempeñan en nosotros es fundamental, pues participan en múltiples
procesos fisiológicos fundamentales como la nutrición, crecimiento, inmunidad
entre otras, convirtiéndose en piezas clave y determinantes en la adquisición
de estados de salud o enfermedad. Algunos grupos de estos microorganismos pueden ser patógenos, dañinos para nuestra salud, si se dan las circunstancias propicias. Esta comunidad de microorganismos vivos
reunidos en un nicho ecológico determinado se denomina microbiota. Al conjunto formado por los microorganismos, genes y
metabolitos de ellos derivados se la llama microbioma.
Concretamente en esta ocasión, hablaremos más extensamente de la microbiota
intestinal.
El ecosistema microbiano del intestino incluye especies nativas
que colonizan permanentemente el tracto gastrointestinal y una serie variable
de microorganismos vivos que transitan temporalmente por el tubo digestivo.
Esta población microbiana incluye unos 100 billones de bacterias de más de 500
a 1000 especies distintas. Para que os hagáis una idea de lo abundantes que
son, la suma de todas ellas supondría 2kg de nuestro peso total. Colonizan el
tubo digestivo desde al boca hasta el ano, siendo mucho más abundantes en el
intestino grueso. En el ecosistema intestinal humano dominan tres divisiones
bacterianas a nivel filogenético que son:
§ Bacteroidetes donde se incluye el género bacteroides.
§ Firmicutes al que pertenencen entre otros el género
clostridiums y el orden lactobacillales donde se incluye a su
vez los lactobacillus.
§ Actinobacterias, donde se incluye el género Bifidobacterium.
Los géneros
que se conocen hoy en día y son más predominantes son Bacteroides, Bifidobacterium, Eubacterium, Clortridium, Lactobacillus,
Fusobacterium, entre otros muchos. Por el momento , se ha establecido que
los seres humanos podemos ser divididos
según nuestra flora en tres grandes grupos dependiendo del tipo de bacteria predominante
en nuestro intestino:
§ Enterotipo 1 o A. Predomina el género
Bacteroides en un 20-30%, más relacionado con dietas ricas en grasa y
proteinas.
§ Enterotipo 2 o B dominado por
bacterias Prevotellas en un 10- 15% más frecuentes en vegetarianos y culturas
asiáticas.
§ Enterotipo 3 o C con predominio de
Ruminococcus. Parece ser el más común.
Según la
proporción entre grupos de bacterias que se tenga en la microbiota, así se relacionará con determinadas patologías. Ej: en las personas obesas se
ha visto que predominan los firmicutes frente a los bacteroides.
Queda mucho
por descubrir. El Proyecto del Microbioma Humano sólo ha
identificado hasta el momento aproximadamente el 30% de la microbiota
intestinal y junto con el Proyecto
Metagenómica del Tracto Intestinal Humano en Europa y otros grupos,
trabajan activamente para identificar el genoma completo de esta maravilla
biológica.
Durante los primeros años de vida la microbiota se va a ir
conformando hasta alcanzar la madurez entorno a los 2-3 años de vida. Estos
patrones microbianos adquiridos en estos primeros años van a ser más o
menos estables en el tiempo a pesar de
que la flora se irá diversificando con el paso de los años y puede verse
modificada por factores internos o externos:
- Factores
internos: genéticos, pH intestinal, estado del sistema inmunitario, patología
de base intestinal o no intestinal…
- Factores
externos o medioambientales: tipo de alimentación, zona geográfica, medidas de
higiene (higiene excesiva no favorece), carga tóxica, estrés, toma de
medicamentos, ambiente bacteriano circundante, infecciones intestinales o no
intestinales….
Aun cuando
la microbiota intestinal cambia con el paso del tiempo, la transferida por la madre y la adquirida por la alimentación del seno materno, van a tener gran
repercusión y al parecen permanecerán de forma muy estable en la microbiota del
adulto.
La
intervención de estos factores puede favorecer el sobrecrecimiento de especies
más patógenas o la pérdida de biodiversidad, condicionando la reducción de
eficacia en el desempeño de sus funciones, favoreciendo o generando estados de
enfermedad o disfunción. A este desequilibrio de la estructura normal de la
función de la microbiota es lo que se conoce como disbiosis.
¿Cuáles son
las funciones de la microbiota?
Cada vez
son más numerosos los estudios publicados referentes a la importancia de este
“gran órgano” que es la microbiota y su participación en múltiples funciones
metabólicas, nutricionales, inmunitarias, protectoras, tróficas (de reparación)
y la relación directa que se establece entre la disbiosis y estados de enfermedad como esclerosis múltiple,
asma, dermatitis atópica, obesidad, alergias, enteropatías inflamatorias
crónicas, enfermedades autoinmunes e inflamatorias, osteoartritis, enfermedad
celiaca, cáncer, síndrome de fatiga crónica, síndrome de intestino irritable,
esteatohepatitis no alcohólica, síndrome metabólico y trastornos de salud
mental muy comunes como la depresión, ansiedad, trastorno de hiperactividad y
déficit de atención, autismo, esquizofrenia, enfermedad de Alzheimer o
Parkinson.
Función metabólica
§ Metaboliza los residuos dietéticos no
digeribles, el moco endógeno y los desechos celulares.
§ Fermentación de hidratos de carbono.
§ Producción de ácidos grasos de cadena
corta y metabolización de colesterol y grasas.
§ Extracción de energía de los
alimentos ingeridos. Participa en nuestro balance o asimilación energética a
partir del alimento ingerido.
§ Síntesis de aminoácidos y vitaminas (K, B, ácido fólico…)
§ Interviene en la producción de
neurotransmisores como la serotonina. Sustancias psicoactivas capaces de
condicionar nuestro carácter, estado de ánimo o apetencias.
Función de
protección
Tiene efecto “barrera”. Las bacterias que ocupan un espacio o
nicho ecológico impiden la implantación de bacterias extrañas al ecosistema e
impiden el sobrecrecimiento de bacterias oportunistas presentes en el
intestino, pero con crecimiento restringido. Todo ello gracias a la capacidad
que tienen de segregar sustancias naturales con efecto antibiótico y a la
competición entre ellas por los recursos
de nutrientes o espacio. Estimulan la producción de moco del epitelio.
Función trófica o de
reparación
Controla la proliferación y diferenciación de las células del
epitelio intestinal y el desarrollo del sistema inmunitario.
Función inmunitaria
El intestino es el órgano con la función inmunitaria más
importante del organismo. Aproximadamente el 60% de todas las células
inmunitarias se encuentran en la mucosa intestinal. La flora intestinal está
íntimamente relacionado con el sistema inmunitario:
§ Controla la respuesta inmunitaria
contra:
- Proteínas
de la dieta. Participando en el proceso de tolerancia alimentaria, previniendo
alergias alimentarias.
-
Microorganismos
patógenos y no patógenos. Muestra al sistema inmunitario qué microorganismos
son patógenos y por lo tanto frente a los que nos tiene que defender y cuáles
son beneficiosos y tiene que respetar. Teoría de la Higiene.
§ Activa células del sistema inmune y
la producción de anticuerpos local y sistémicamente.
§ Modula la función defensiva y
antitumoral del sistema inmunitario a través de la estimulación de la
liberación de sustancias como las citoquinas y otros factores.
§ Alteran el pH local para crear
ambiente desfavorable para patógenos.
§ Producen antibióticos naturales
llamados bacteriocinas para inhibir a los patógenos.
§ Fagocitan toxinas.
Teoría de la Higiene
Gracias a la higiene
se ha conseguido que la incidencia de enfermedades infecciosas en
Occidente haya disminuido a tan solo un
10%. Sin embargo el impacto de las enfermedades autoinmunes se ha
multiplicado por cinco. La excesiva higiene a la que ahora nos exponemos no es
la única explicación, pero muchos autores coinciden en la teoría de que una excesiva higiene debilita nuestro sistema
inmunitario y está más relacionado con
el desarrollo de enfermedades como alergias, dermatitis atópica, asma,
diabetes, esclerosis múltiple, obesidad, dada la menor diversidad de
microorganismos en nuestra microbiota. Es cierto que gracias a la higiene se ha
podido acabar con graves enfermedades infecciosas de la historia. El problema
es que esa higiene no es selectiva y también se acaba con bacterias que son
beneficiosas para nuestro organismo. El contacto con “suciedad natural” desde
edades tempranas, es decir, contacto con animales, plantas, naturaleza en
general permite que nos poblemos de bacterias “amigas” que nos defienden y
nuestro sistema inmunológico se vaya entrenando a la hora de reconocer agentes
patógenos y esté más activo. Esta teoría supone que el exceso de limpieza y la
disminución en la exposición a las bacterias a temprana edad impide el correcto
desarrollo de los mecanismos inmunorreguladores que previenen las respuestas inapropiadas
de las células T y las enfermedades inflamatorias posteriores.
¿Se puede mejorar la composción de la microbiota?
Sí, pero hoy por hoy desconocemos hasta qué punto tenemos una
microbiota desequilibrada o dañada y en qué medida podemos restablecerla.
Además, esa mejora implica una búsqueda continua, pues cómo ya os he comentado,
la microbiota es dinámica, cambiante, influenciable por múltiples factores
internos y externos que hacen que no perdure intacta con el paso del tiempo.
Esto nos obliga a mantener en el tiempo esas buenas prácticas que la potencian:
buena alimentación, disminución de la carga de estrés, contacto con la
naturaleza y con “suciedad natural”, toma de probióticos a partir de fuente
natural o artificial, disminución del consumo de fármacos.
El trasplante de heces es una terapia, que si bien ya se conocía
y practicaba en el siglo IV, en los últimos diez años se ha
estudiado más y en la actualidad se usa cada vez con más frecuencia. Con este
trasplante se intenta restablecer el
equilibrio de la microbiota de pacientes con determinadas patologías a partir
de heces de individuos sanos.
LA VIDA EN NOSOTROS CAPITULO 2