¿Qué es la histaminosis crónica?
La histamina
La supervivencia del ser humano se fundamenta en nuestra capacidad de detectar estímulos físicos y químicos y poder responder ante ellos. Nuestro sistema inmunitario, además de protegernos contra los agentes infecciosos, es el que se encarga de reaccionar y analizar todos los estímulos químicos que recibimos procedentes del exterior, ya sea a través de la piel, del aparato respiratorio o digestivo. El sistema inmunitario (S.I) se activa cuando percibe estos estímulos como extraños y reacciona con la liberación de múltiples señales bioquímicas a través de las cuales informa al sistema nervioso con la ayuda y coordinación del sistema endocrino. El sistema nervioso será el que emita una respuesta a ese estímulo concreto con el fin de protegernos y salvaguardar nuestra integridad. Ej: Ingesta de alimento en mal estado → activación S.I → liberación mediadores → información S.N → vómito.
La supervivencia del ser humano se fundamenta en nuestra capacidad de detectar estímulos físicos y químicos y poder responder ante ellos. Nuestro sistema inmunitario, además de protegernos contra los agentes infecciosos, es el que se encarga de reaccionar y analizar todos los estímulos químicos que recibimos procedentes del exterior, ya sea a través de la piel, del aparato respiratorio o digestivo. El sistema inmunitario (S.I) se activa cuando percibe estos estímulos como extraños y reacciona con la liberación de múltiples señales bioquímicas a través de las cuales informa al sistema nervioso con la ayuda y coordinación del sistema endocrino. El sistema nervioso será el que emita una respuesta a ese estímulo concreto con el fin de protegernos y salvaguardar nuestra integridad. Ej: Ingesta de alimento en mal estado → activación S.I → liberación mediadores → información S.N → vómito.
Uno de
estos mediadores fundamentales en la activación del sistema inmunitario es la
histamina. Seguramente la conocéis principalmente porque es la que interviene
en todos los procesos inflamatorios, ej: síntomas alérgicos, picaduras de
insectos, urticarias …. De ahí, que
vuestro pediatra o médico os indique un antihistamínico, cuando los
síntomas son muy molestos para neutralizar sus efectos. Pero la histamina no
solo media en la inflamación. Existen hasta cuatro tipos diferentes de
receptores para la histamina repartidos por todos los tejidos de nuestro
organismo: piel, mucosas, hígado, ovario,
útero, músculos, cerebro, terminaciones nerviosas, bronquios, pulmón,
estómago, intestino, vejiga, vasos sanguíneos, células sanguíneas... La
histamina funciona a todos estos niveles a través de sus receptores, interviniendo
en múltiples funciones vitales, algunas como:
- Modulador de la inflamación y de la respuesta alérgica y del dolor.
- Prurito (picor) y producción de moco.
- Estimulación de receptores de la tos.
- Potencia el latido cardíaco y aumenta su frecuencia.
- Vasodilatación y permeabilidad vascular (edema).
- Contracción del músculo liso bronquial e intestinal.
- Producción de ácido gástrico.
- Regulador del sueño-vigilia y de la ingestión de agua y alimento.
- Aprendizaje y memoria.
- Estimula la producción de estrógenos….
Cuando la histamina está en la cantidad
necesaria sin que haya un exceso, nuestros sistemas funcionarán de forma
equilibrada y armónica. El problema surge cuando la histamina se encuentra en
cantidades excesivas. Según en qué tejidos exista más acúmulo, habrá una
hiperfunción concreta según sea el receptor que estimule y esto se traducirá en
la presencia de unos síntomas concretos. Ej: exceso de histamina en bronquios →
estímulo de receptores →
edema, broncoconstricción (el bronquio se cierra), dolor, tos, picor,
producción de moco → crisis de asma.
A este
acúmulo de histamina en los tejidos, capaz de generar síntomas clínicos, es lo
que se conoce cómo Histaminosis.
¿De dónde procede la histamina?
Histaminosis
exógena: cuando la histamina procede del exterior a través de los alimentos.
Distinguimos entre:
o Histaminosis
tóxica, es la que ocurre generalmente cuando tomamos
alimentos en mal estado.
o Histaminosis
enteral, es la que ocurre cuando no podemos degradar a
nivel intestinal la histamina de los alimentos que ingerimos, por una
disminución en la cantidad o actividad de la enzima diaminoxidasa (DAO).
Histaminosis
endógena: La histamina es sintetizada y almacenada en las células del sistema inmunitario. Es liberada a partir de la degranulación de los mastocitos (un tipo de célula del S.I), a partir de la activación del sistema inmunitario. El sistema inmunitario se
puede activar a través de dos mecanismos:
o Mecanismo alérgico: es el que todos
conocéis como Alergia.
En este mecanismo intervienen los anticuerpos IgE cuyo diagnóstico se puede
confirmar a través de una analítica de sangre que cuantifica estos anticuerpos
específicos a alérgenos o a través de pruebas cutáneas. El diagnóstico es
relativamente sencillo, puesto que existe una respuesta inmunitaria inmediata a
la exposición del alérgeno, lo que permite establecer una buena relación
causa-efecto, alimento-síntoma.
o Mecanismo no alérgico, no IgE
mediado o Intolerancia:
en este mecanismo se fundamenta la Histaminosis
alimentaria no alérgica (HANA) (puede darse con otras sustancias que no
sean alimentos). Los mediadores que participan en esta respuesta inmunitaria
son diferentes a los anticuerpos IgE.
En este caso el diagnóstico será más complicado
puesto que la respuesta inmunitaria es más tardía; puede desencadenar el
síntoma hasta tres días después del contacto con el alérgeno. Esto, junto a que
los síntomas pueden ser más larvados, hace que sea más difícil establecer una
relación causal alimento-síntoma. Además se suma el hecho, de que no tenemos
pruebas diagnósticas accesibles en consulta que confirmen el diagnóstico.
o
Otros mecanismos que liberan
histamina: estrés infecciones, cambios atmosféricos o de temperatura …
¿Qué es la Histaminosis crónica?
La Histaminosis cónica es un estado de
enfermedad con manifestaciones clínicas muy diversas producido por el aumento y
acúmulo de histamina en los diferentes tejidos del organismo de forma mantenida
en el tiempo. Este aumento de histamina procede de la activación de un sistema inmunitario hipersensible,
mediante mecanismos inmunitarios no alérgicos, al entrar en contacto con
estímulos químicos diferentes: alimentos, tóxicos,... El desarrollo de
este trastorno va a requerir del efecto sinérgico de la alteración en mayor o
menor medida de cuatro factores que marcan nuestro estilo de vida actual:
o
Alimentación
y desarrollo de intolerancias
alimentarias.
o
Exposición
a tóxicos.
o
Alteración
de la flora intestinal.
o Estres físico y emocional.
ALIMENTACIÓN
Cada vez
más rica en alimentos procesados, azúcares y edulcorantes, que favorecen el
desequilibrio de nuestra flora intestinal. Abuso de ciertos alimentos (producto
lácteo, gluten…) que induce alergias alimentarias. Productos elaborados con
numerosas sustancias químicas con potencial efecto tóxico, frutas y verduras
con pesticidas y fertilizantes, pescado con
metales pesados, arroz con arsénico, carnes con antibióticos y carga
hormonal, agua con múltiples contaminantes. Todo ello contribuirá a la
hiperexcitación del sistema inmune y su
sobrecarga.
TÓXICOS
En parte
van a ser eliminados por nuestro hígado y riñones. Pero otra parte importante
pasa a formar parte de nuestros tejidos, depositándose en ellos lesionando
directamente o desempeñando funciones de tipo hormonal, generando trastornos endocrinos y enfermedad.
Ej: El bisfenol A, presente en los plásticos, favorece el desarrollo de cáncer
de mama dado su efecto estrogénico. El depósito de metales pesados en el
sistema nervioso central, favorece la alteración de funciones cognitivas.
FLORA INTESTINAL
o MICROBIOTA.
Pieza clave
y fundamental en el control de múltiples funciones vitales. Decisiva para
determinar estados de salud o enfermedad. La microbiota que cada uno de
nosotros tenemos nos es trasferida desde nuestra madre en el momento del parto.
Alcanza su madurez entorno al segundo o tercer año de vida y en función de la
dieta, estilo de vida, stress, edad, estimulo hormonal…se va a ir modificando a
lo largo de nuestra vida. Pueden aparecer desequilibrios a expensas del
crecimiento de grupos microbianos más patógenos, ej: candidiasis intestinal.
Esta disbiosis va a condicionar: la presencia de inflamación crónica intestinal
favoreciendo la aparición de nuevas intolerancias alimentarias y el desgaste
del sistema inmune que se ve forzado a mantenerla a raya.
ESTRÉS
El estado
de estrés físico o emocional mantenido va a poner en marcha una serie de
respuestas hormonales adaptativas que van a tener repercusión a nivel del
sistema inmune debilitándolo y sobre la microbiota, favoreciendo la disbiosis.
La
Histaminosis crónica es el resultado de un gran desequilibrio propio de nuestro
entorno y nuestro tiempo. Dónde además de la participación de factores
genéticos y biológicos, el factor medioambiental juega un papel fundamental en
su desarrollo.
¿Qué síntomas se pueden presentar?
La clínica
puede ser florida y diversa y no habrá patrones clínicos idénticos. A pesar de
que cada paciente presenta una clínica particular, suele haber síntomas comunes.
La aparición de nuevos síntomas se ira sucediendo de forma acumulativa a la vez
que el desequilibrio se agrava y los niveles de histamina aumentan.
Respiratorios:
asma, tos, congestión nasal, faringitis/laringitis crónica.
Digestivos:
diarrea/estreñimiento, síndrome de intestino irritable, malas digestiones,
distensión abdominal, nudos esofágicos.
Dermatológicos:
acné, dermatitis atópica, urticaria crónica, sequedad de piel, alopecia,
psoriasis, rash facial.
Ginecológicos/urológicos:
dismenorrea (trastornos en el periodo), dolor pélvico crónico, síndrome
premenstrual, vulvovaginitis, cistitis intersticial, vejiga hiperactiva,
infertilidad.
Neurológicas/psicológicas:
depresión, trastorno por ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, cambios en el
ánimo, insomnio, migraña, esclerosis múltiple, mal control de la temperatura,
mala concentración, déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Aparato locomotor/somatosensorial:
dolores musculares y articulares, fibromialgia, hiperalgesia (más sensibilidad al
dolor), síndrome de Fatiga crónica, calambres, trastornos de articulación
témporo-mandibular, dolor miofascial.
Otros:
acúfenos, vértigo, obesidad, Sensibilidad Química Múltiple.
La
consecuencia de tener un sistema inmunitario hipersensible y saturado es la inmunosupresión. Se le olvida
protegernos de agentes infecciosos y de células con mutaciones genéticas. La
consecuencia será la presencia de infecciones
de repetición y mayor riesgo de padecer cáncer en edades tempranas. Esa hipersensibilidad hace que el
sistema inmunitario responda con más facilidad a estímulos externos
favoreciendo el desarrollo de alergias
o exacerbándolas. También puede responder contra nuestros propios tejidos,
incrementando así, el riesgo de padecer enfermedades
autoinmunes.
Los
síntomas pueden verse desde edades tempranas. La mayoría de las veces síntomas
banales y transitorios que no levantan sospechas, ej: asma, dermatitis atópica,
dolor abdominal funcional, TDAH…A lo largo de la vida del niño y adolescente se
irá acentuando el cuadro hasta llegar en la vida adulta al estado de enfermedad. De ahí la
importancia de la prevención. Conocer esta realidad, nos permitirá actuar,
mejorando nuestros hábitos de vida; permitiéndonos evitar o minimizar el
desequilibrio que en mayor o menor medida nos afectará.
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