sábado, 4 de noviembre de 2017

Hoy antes de nada, quiero agradecer a amigos, compañeros y pacientes que me enriquecen con sus ideas y aportaciones, contribuyendo y haciendo que este blog sea más completo y mejor para todos. ¡Muchas gracias a todos! J

Cada vez son más numerosos los estudios científicos que ponen de manifiesto la estrecha relación que existe entre el tipo de alimentación actual y enfermedades de nuestro tiempo como el cáncer, enfermedades cardiovasculares, Alzheimer, trastornos de conducta/agresividad, trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), osteoporosis, obesidad y un largo etcétera. En concreto en los trastornos de conducta y TDAH en niños, hablan de desequilibrios en la alimentación -ingesta de azúcares, carencias nutricionales de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales y posibles alergias o intolerancias alimentarias-, como uno más de los posibles factores etiopatogénicos. La alimentación puede resultar un arma de doble filo. Por un lado como un factor más, generador de estos procesos  y por el contrario, a la misma vez, si se hace correctamente, un arma poderosa para combatir y minimizar los efectos de estas enfermedades y en muchas ocasiones curarlas. No solo se ve  el efecto beneficioso en el caso de enfermedades. Tomando una nutrición óptima, es decir, lo más completa, variada y equilibrada posible, podemos obtener de ella todos los nutrientes que nuestras células necesitan para desarrollar correctamente sus funciones metabólicas. Así permitimos que nuestro cuerpo esté tan sano como sea posible y que nuestras funciones se potencien al máximo: mejorar la concentración, el equilibrio emocional, el coeficiente intelectual y la memoria; aumentar la capacidad física, mejorar la calidad del sueño, mejorar la resistencia a las infecciones y enfermedades y en general ampliar el tiempo de vida sana.
No me cabe duda que los tratamientos que manejamos hoy en día en la medicina moderna, tienen su utilidad y beneficio, siempre y cuando se usen de forma racional y adecuada. Pero creo que es posible, a través de la correcta nutrición, aportando nutrientes esenciales, mejorar nuestras funciones biológicas y minimizar muchos de los trastornos que padecemos.
¿Si usted supiera que modificando la dieta de su hijo/a, diagnosticado/a de TDAH, podría mejorar su rendimiento intelectual y su concentración, no lo intentaría? Creo que sí merecería la pena. Ese cambio a mejor siempre será beneficioso y si no se obtienen los resultados esperados siempre se puede recurrir al tratamiento farmacológico. Intentemos mejorar nuestra alimentación y la de nuestros hijos. Nuestro cuerpo nos lo agradecerá.

En el apartado de "Alimentación" os hablo de forma general de los beneficios de una  dieta completa y equilibrada. No olvidéis consultar el “Decálogo de la nutrición óptima”.